Exposición Individual “Línea de Fuga” | Arte Contemporáneo Galería Proceso, Cuenca Ecuador, 2007

Fecha: 2007
Lugar: Galería Proceso, Cuenca, Ecuador.

Línea de fuga

Performance

NTSC 720 px. x 480 px., transferido a video digital / 15’ / 2007

En 1962, dentro del primer Festival Fluxus, el artista coreano Nam June Paik hundió su cabeza, corbata y manos en una mezcla de tinta y jugo de tomate, y las pasó a lo largo de una tira de papel. Zen for Head era su singular interpretación de la no menos singular partitura homónima del músico conceptual La Monte Young, la cuál modo de instrucción decía: “Dibuje una línea gruesa y sígala”.

Líneas de fuga, la performance que Jenny Jaramillo presentó en Proceso / Arte Contemporáneo no era sino una apropiación y adaptación personal del gesto de Paik, y de otras variaciones que le sucedieron (Cage-Rauschenberg, Paul Mc Carthy, etc.). Con su cabeza sumergida en un saco lleno de harina que empujaba con su cuerpo en un esforzado, agónico y claustrofóbico recorrido, donde el hecho fisiológico de aspirar-expirar adquiría una dimensión heroica, lo que trazó Jaramillo es una línea quebrada de aproximadamente 24 metros; una línea que parecía metaforizar los sinuosos caminos que transita el deseo femenino con su lastre de encierro y represión en una sociedad aun pacata y patriarcal. Pues el doloroso gemido que emitía la artista en su trayecto recordaba también el aullido y escozor del placer erótico. Lo que ponía en escena, en acción era la tensa dialéctica y disputa  del cuerpo afligido y sometido y del cuerpo gozoso que pugna por imponerse, expresarse e inscribir su huella.

Del otro lado, en su dibujo mural, lo que Jaramillo ejecutó es una auto-cita, pues proyectando sobre la pared diapositivas de registro como auxiliar de trabajo, reelaboró el performance-instalación Piel-pared-galleta que presentó en el Antiguo Hospital Militar de Quito en 1995. En aquella ocasión, usando cientos de galletas “Zoología”, la artista improvisó sobre la pared una serie de figuras, y con el cuerpo pintado de blanco y salpicado de galletas permaneció inmóvil varias horas. Así, el documento visual de una acción anterior se convirtió en el asunto de un nuevo performance. Entonces, como ahora, se trataba –en palabras de Jenny– de contraponer “la fragilidad del espacio físico a la persistencia de la memoria”: los animalitos de harina  que remiten a la infancia, producen sobre el muro una fricción semántica, una ficción poética; digamos una alegoría sobre el tiempo que esculpe, transforma y destruye.

“Las artes del zen, el tiro al arco, la jardinería, la taza de té, son ejercicios para hacer que el acontecimiento surja y fulgure sobre una superficie pura”, dice Deleuze. Desde una sutil operación de transcripción, apropiación, traducción y re-escritura, desde un hacer re-haciendo (de raigambre zen y mínimal), desde una escritura silente y minilocuente (que privilegia la sugerencia al exceso de información, a la burda denotación de la sociedad del espectáculo y del sistema mediático), desde la sola inscripción caligráfica en el vacío, la artista conecta sincrónica y poéticamente, sintáctica y semánticamente (a través de una larga línea de harina sobre el piso), estos dos eventos diacrónicos y a simple vista inconexos, desencadenando diversas asociaciones en el espectador.

Con los trazos de la mano, con los impulsos del cuerpo pujante-reptante-deseante, las frases visuales de Jenny Jaramillo irrumpen en el espacio como verdaderas líneas de fuga, concepto central del pensamiento deleuziano que “no significa evasión en lo imaginario o en el arte” –tal cual advierte el filósofo– sino la posibilidad de suscitar  desterritorializaciones múltiples (sexuales, raciales, lingüísticas, políticas), de crear nuevas combinaciones, otras cartografías.

 

Cristóbal Zapata

Cuenca, enero 23, 2007.